La vacuna contra el coranovirus con la que Pfizer y BioNTech han ilusionado al mundo es la primera que promete un 90 por ciento de eficacia, pero previsiblemente también será la primera en comercializarse con una tecnología revolucionaria llamada ARN mensajero. Con ella no solo se abre la esperanza hacia el control de la infección, es también el inicio de una nueva era en la fabricación de vacunas.

El objetivo que persiguen todas las vacunas es el mismo: entrenar al sistema inmune para producir anticuerpos y estimular un tipo de glóbulo blanco -las llamadas celulas «T»- que protegen al organismo de las infecciones. Estas células se encargan de elevar nuestras defensas de forma preventiva para neutralizar el virus en caso de entrar en contacto con él. Las vacunas convencionales lo consiguen con diferentes estrategias. Unas inoculan el mismo virus inactivado químicamente, como sucede en el caso de la polio o la gripe; otras lo introducen vivo pero atenuado (sarampión o fiebre amarilla) y hay un tercer grupo que inocula directamente antígenos para provocar la respuesta inmunitaria, como se hace con la vacuna de la hepatitis B.

Las vacunas de ARN hacen innecesario cultivar un agente infeccioso en el laboratorio. A cambio, inoculan material genético para convertir nuestras células en fábricas de antígenos del nuevo coronavirus. Desencadena un pico inofensivo que es detectado por el sistema inmune para después generar anticuerpos que permanecerán en guardia durante, esperemos, mucho tiempo.

La ventaja de utilizar este método es que el proceso de fabricación se acelera. Los laboratorios prescinden de los cultivos porque es el cuerpo humano el que hace la tarea. No se necesitan células ni embriones de pollo para fabricarla, como ocurre con las vacunas contra la gripe. «En solo una semana puedes tener el fármaco preparado. La desventaja es que son vacunas muy lábiles, poco estables, y pueden degradarse y perder eficacia. Es una desventaja grande», explica Juan García-Arriaza, investigador del Centro Nacional de Biotecnología CNB-CSIC.

Una logística complicada
La compañía Pfizer para proteger esta vacuna la encapsulará en liposomas. Aún así necesitará transportarse en condiciones muy especiales a -70 grados centígrados de temperatura, lo que dificulta la logística de la distribución. Las vacunas convencionales necesitan estar refrigeradas, pero no congeladas, basta con conservarlas entre 2 y 8 grados de temperatura. De manera, que cuando empiece la vacunación masiva con el prototipo de Pfizer o el de Moderna que también ha recurrido a la misma tecnología se tendrán que transportar congeladas o en tanques de nitrógeno líquido.

Otra ventaja de las vacunas ARN es su mayor eficacia frente a otras estrategias porque elimina el riesgo de inmunidad preexistente que puede limitar su efectividad. Por ejemplo, la apuesta de vacuna china que lidera CanSino Biologics utiliza un adenovirus (virus similar al catarro) como vehículo. Esta inmunidad previa oscila entre el 69% de los Estados Unidos y el 80% de África y podría explicar por qué la fase 1 de CanSino Biologics indujese menos anticuerpos que otras candidatas. Para esquivar este problema, los científicos de la Universidad de Oxford (Astra Zeneca) han optado por utilizar un vector de chimpancé; aun así, sigue siendo posible una inmunidad cruzada preexistente y una baja respuesta.

¿Es una tecnología segura?
La vacuna de ARN de Pfizer será la primera con tecnología ARN mensajero. Hay quien teme por su perfil de seguridad. A García-Arriaza no le preocupa especialmente si completa los ensayos clínicos pertinentes. «Es una tecnología novedosa y no se ha probado antes frente a ninguna otra enfermedad. No hay experiencia previa es cierto pero a título personal creo que puede ser tan segura como otras. Eso solo lo sabremos cuando concluyan los ensayos clínicos. No veo un problema especial, más allá de la necesidad de tener que conservarse por debajo de los 70 grados bajo cero», cuenta.

De la misma opinión es Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología. «La cautela necesaria con la que debemos recibir a todos los medicamentos nuevos es la que nos marcan los estudios y las pruebas por las que pasa el desarrollo del fármaco, no la tecnología utilizada», dice. Augura que esta línea de innovación tecnológica va a suponer una auténtica revolución en el modelo de vacunación.

El experto en vacunas también coincide con que la distribución será complicada: una distribución masiva con un producto que debe estar congelado. Como España, otros países se preparan para esa gran operación logística. Quién la recibirá primero y cómo se distribuirá. En este trabajo participan las sociedades científicas, las comunidades autónomas y el Gobierno español.
Fuente:abc.es

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