La doctora Isabel Moreno, presidenta de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP), dio hace tiempo la voz de alarma. Los jóvenes utilizan los filtros como modelo a seguir para someterse a intervenciones de cirugía estética. Este fenómeno es conocido como “dismorfia de Snapchat”, aunque es extensible a otras plataformas como TikTok o Instagram. Un concepto que se acuñó para definir el descontento corporal surgido entre personas jóvenes a raíz de la popularización de los filtros de las redes sociales.
La desinformación es un fenómeno que está a la orden del día. Sin embargo, las plataformas no pueden continuar eludiendo su responsabilidad ante el derecho a una información veraz. Por la cuenta que nos trae como sociedad, debemos frenar, por un lado, esta tendencia hacia la desaparición de la mentalidad crítica y, por otro, la proliferación y normalización de imágenes cada vez más artificiales e irreales. La salud de nuestras adolescentes está en riesgo.
Más allá de la apuesta por una aceptación de la propia imagen y el fomento de cuerpos más realistas y naturales, antes de someterse a cualquier procedimiento es preciso consultar con profesionales acreditados. Estos deberán asegurarse de que sus pacientes tengan la madurez suficiente para solicitar la intervención, de que entiendan sus riesgos y cuenten con toda la información necesaria.
Como señala la doctora Nélida Grande, vicepresidenta de SECPRE: «Hay que ser estrictos, no frivolizar la cirugía y, sobre todo, informar correctamente y claramente de lo que realmente se puede conseguir, sin filtros». Lo contrario puede ser fatal.
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